"Bueno han pasado 2 años desde que nos vimos la última vez... Y bueno, yo si sigo mal la verdad pero bueno, supongo que algún día pasaré página 😊 pero mientras tú estés bien y ya hayas pasado, genial"
Cuán equivocado estás...
No, no he pasado. No lo he superado yo tampoco. Creía que sí, creía que con el tiempo lo estaba consiguiendo. Pero no es verdad.
He tenido que leer en varias ocasiones aquello que te escribí cuando decidí dejarte, para recordarme a mí misma por qué lo hice. Porqué estar así es mejor. Pero, ¿lo es?
Siendo egoista pensé que así yo estaría mejor. Que me sentiría otra vez libre, que tendría oportunidad de conocer gente nueva, de encontrar a otro alguien. Y la realidad ha sido completamente distinta.
Sí, era "libre". Sí, me habré instalado y desinstalado tropecientas veces tinder, badoo, turn up y mil apps más con intención de ... ¿De? Conocer gente, enrollarme con alguien, salir con alguien... Y la realidad ha sido otra. Sí, de esas apps al final conseguí hacer algún amigo que me importa, y eso que ni hemos quedado nunca. Sí, también quedé con un par con los que me lié. Pero a la hora de la verdad ninguno me importaba. No quería nada real con ninguno. Y en seguida me agobiaba de las apps, de no encontrar algo que realmente me interesara, y me las volvía a borrar.
Ya no sé qué siento hacia ti.
Sé que te quiero, pero no sé de qué manera.
Mi parte racional no deja de decirme que sea fuerte en mi decisión. Que somos muy distintos, que a mi no me gusta el futbol, que eres de derechas, y eso a mi me importa mucho; que no me acabo de sentir 100% a gusto con tu familia, y que creo que tú tampoco con la mía.
Pero mi corazón me grita otra cosa. Dice que aún te quiere, que estaba feliz contigo - hasta que dejó de estarlo- y que quizá ahora podría funcionar. Que ahora parece que compartimos más cosas que antes. Que ahora ¿casualidad o adrede? escuchas las mismas bandas de música que yo. Que ahora tienes tiempo para mi...
Tú no lo sabes. No sé si llegaré a decírtelo, ni esto ni lo de aquella carta de despedida, ni el problema que me ha supuesto que me dijeses que ibas a ver a Samuraï.
Tú no lo sabes, pero desde que me lo dijiste estoy tensa. Intenté comprar una entrada más para que Silvia o incluso mamá fuesen conmigo al concierto, solo por no enfrentarme sola a ti. Porque no sé cómo reaccionar. Porque quiero verte, abrazarte, hablar contigo y cantar a gritos. Pero fue por ti por quien lloré a mares cuando en Guadalajara Samu cantó "Palabra Prohibida". Porque no sé cómo enfrentarme a ti. Porque siento que mi corazón me pide que te abrace y te bese. Pero mi cerebro dice que no es buena idea, que quizá solo me sienta sola y eche de menos esas sensaciones, y que si hago algo así lo único que va a pasar es que te voy a hacer más daño a ti. Y no quiero.
Nunca he querido hacerte daño. No sé si lo has sabido todo este tiempo, o si te lo habrás creído o no. Pero jamás he querido hacerte daño.
Dos años después. Dos años en los que he sentido cosas por otros. Dos años en los que pensaba que te había superado, que "ya había pasado". Dos años en los que he dicho una y otra vez a mis dos psicólogos que no quería volver contigo, que no nos hacíamos bien, que te quería y te quiero, pero no quería volver a ese bucle en el que estábamos. Dos años en los que tú sigues mal, y yo también.