¿Cómo borrar una parte del pasado? ¿Cómo borrar aquello que te ha hecho daño, eso que aún te sigue dañando?
No se puede. No se puede borrar el pasado, no se puede olvidar lo ocurrido. Todo lo vivido es una enseñanza a tu espalda, una carga más en tu mochila. El pasado nos forja, de los errores se aprende. Pero también del pasado se sufre.
El pasado es pasado, es un lastre con el que tenemos que aprender a cargar, aprender a superar, a mirar con indiferencia, y a seguir. Pero hay cosas que soy incapaz de obviar. Cosas que me son imposibles de olvidar. Cosas que me siguen aún haciendo daño.
Fue un cabrón, un imbécil, y me hizo más daño del que jamás nadie me hizo. Me utilizó, me usó, fui su juguete, su perrillo faldero durante un año. Y yo como tonta le seguía. Estaba ciega. Ciega de amor, luego de cariño y amistad. Estaban tan ciega.
Pero ahora todo duele. Cada paso que dimos juntos, cada tarde charlando, ese maldito primer beso. Recuerdo y todo duele. Las cosas eran divertidas, lo pasábamos bien. También había enfados, por su parte siempre, y yo siempre la que sufría e intentaba solucionarlo. Pero estaba inmersa en la nube y de nada me daba cuenta. Cuando todo acabó prometí guardar solo lo bueno, olvidar el resto. Pero es imposible. Esa distinción no existe. Fui manipulada siempre, y me trataba como una mierda ocultándolo en buenas palabras.
Me hizo creer en mi, me hizo pensarme alguien, para luego poder hundirme. Todo lo que pasamos juntos era un engaño. Siempre tiñendo de rosa la oscura realidad. Y yo no veía nada.
Prometí acordarme de lo bueno, pero ahora veo que nada lo fue. Y no puedo olvidar todo un año. No puedo borrar el pasado. No puedo hacerlo, pero daría lo que fuese por conseguirlo.
Me sigo haciendo daño cada vez que me acuerdo, que le pienso, que le veo. Después de cinco malditos meses le he visto, y eso ha vuelto a desgarrar. Cosí mi corazón y mi alma con lágrimas y con ayuda de amigos y familia. Y ayer él lo rasgo entero.
Es el mayor gilipollas que haya conocido. Un idiota, un prepotente. Es una mala persona. Y sin embargo, aún yo soy la tonta que le echa de menos. Que se acuerda de las cosas. La que llora sola en su cuarto.
Incluso después de que supuestamente todo hubiese acabado, él seguía ahí pinchando, jodiendo, tratando de hundirme en el fango. Espero que estés ya feliz, pues lo has conseguido. Lo conseguiste. Has dejado dentro de mi el dolor más grande que jamás pensé.
Y ahora todo, todo, hace daño.