Por primera vez desde que puedo contar no sufro por alguien. Desde que entré en el instituto en algún momento me gustaba alguien. Más o menos, pero en su momento me gustaban. Ahora miro atrás y no son nada, son caprichos o encoñamientos. Pero eso es todo. El único que realmente fue más que eso fue el año pasado y sufrí mucho. Pero esa ya es otra historia.
Ahora también estoy enamorada. AHORA es cuando lo estoy. El anterior y este son los únicos que no han sido meros encaprichamientos. La verdad, podrían decirme que solo creo eso ahora porque estoy cegada. Pero las cosas son diferentes. Él es diferente. Y es el primero que me hace feliz sin yo sufrir. Siempre me angustiaba la idea de no estar con quién quería. No es que no ocurra ahora, es solo que lo veo diferente, veo más opciones, pero si voy despacio. Y él no me hace daño. En ningún sentido. Y si hay algo que haya aprendido de mi última tontería es a diferenciar lo que hace daño y lo que no. Él no. Él es la nube blanca, esponjosa y suave en el cielo. El violín y el piano en una canción. La brisa en verano. El beso ligero en un último sueño.
Y sin embargo sufro ahora más que nunca en otro ámbito. Mucho. Me tiro el día llorando. Pero por las malditas clases. Por las asignaturas suicidas, por no entender y el miedo a suspender. Sufro, me agobio, angustio y no avanzo. Y tener gente detrás que dice que sí, que voy a aprobar cuando yo sé la verdad no ayuda nada. No ayuda, porque los voy a decepcionar. Ponen esperanzas en mi que no son. Dejad de hacerlo. No soy tan fuerte como creéis. Si no me corto, si no hago algo que no debo es en el fondo porque soy sensata y sé que eso no traería nada bueno tampoco, y porque tengo miedo. Tengo miedo. A todo le tengo miedo.
K.
Que los lobos protejan vuestros sueños.
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