Frase

Frase del mes
Quiero mirarme en el espejo y que me guste lo que veo, Cuesta seis días por semana. Quiero que lleguen los domingos y no vuelva el miedo, Quiero tomármelo con calma.
-Vale la Pena - Paula Mattheus

domingo, 26 de abril de 2015

Relato #2

Lo primero que toco al acercarme a la puerta es el pomo. Un pomo frío expuesto a la intemperie/naturaleza. Lo giro tras meter la llave en la cerradura como tantas otras veces.

Abro la puerta y al entrar me encuentro de golpe con la misma realidad/soledad de todos los días. Un pasillo casi inexistente, sin paredes que lo delimiten, separando simplemente la cocina a mi izquierda, del salón a mano derecha. Unas largas, anchas y austeras escaleras de madera con una robusta barandilla se extiende ante mi con una curva a mitad de escalera. Esa escalera que conduce arriba, donde hay una segunda y tercera planta de agonía y desesperación.

A mi izquierda un día más está mi madre, fregando los platos como de costumbre. Unos platos que ya hace horas que dejaron de estar sucios. De espaldas ya se nota la angustia/tristeza con la que vive día a día.

Sin hacer ningún ruido y sin saludarle si quiera guardo mi abrigo viejo en el ropero, cuya luz dejé encendida por equivocación y que sin sorpresa alguna descubro que horas más tarde sigue igual.

Desde el salón se oye el oscuro sonido/llanto de esa televisión que tan frito me tiene. Películas una tras otra, historias/mentiras que no cuentan nada. Nada real. Nada de verdad. Salgo y me fijo al fin en mi padre. Un objeto más en esa estancia/sueño. Calvo, en albornoz, con su botella de medicinas, esa que todos sabemos que solo contiene alcohol/sufrimiento, pero que nadie dice nada.

Me siento en el sillón de al lado; ese sillón donde yo solía sentarme a jugar y a leer cuentos/sonrisas con mi padre. Ese hombre que ahora no tiene casi vida. Que solo se mueve del sofá al baño y viceversa.

Sin una palabra más recojo la maleta/esperanza que dejé antes de salir allí, en medio de la sala. La cojo, recupero mi abrigo, y salgo, para siempre, de esa fría, impoluta, y enorme casa, que tantos recuerdos me traía, que tantas cosas había vivido, en la que mi madre había decidido quedarse aun sufriendo tal desdicha.

Yo ya no podía hacer más por ella. Y allí les dejo, con angustia en la espalda, pero con libertad/futuro ante mi frente.

______________

El gris huele a soledad.
El rojo sabe como mentiras.
El marrón tiene tacto de socorro.
El amarillo suena a dolor.
En el verde se ven recuerdos.


Que los lobos protejan vuestros sueños.
K.

No hay comentarios:

Publicar un comentario